Crisis de los chips

La crisis de los chips: ¿cómo afecta al sector de la automoción?

Posiblemente estas últimas semanas hayas oído hablar más que nunca de semiconductores y chips. Su escasez en el mercado está afectando a numerosos sectores empresariales y una de sus consecuencias es que los tiempos de espera para recibir un coche nuevo se han incrementado considerablemente. Si quieres saber cuándo comenzó esta crisis de suministros, qué implicaciones está teniendo, por qué afecta a tantos sectores y cuando se prevé que la situación vuelva a normalizarse, no puedes perderte este artículo.

¿Es lo mismo un semiconductor y un chip?

Se entiende por semiconductores a aquellos elementos que tienen propiedades para conducir la electricidad. Los microchips, por su parte, se encuentran formados por material semiconductor que almacena información y la procesa. Por eso, a menudo se habla de chips o de semiconductores como si fueran sinónimos.

¿Por qué son tan importantes los chips?

Hoy en día numerosos productos tienen una enorme dependencia de ellos. Así ocurre con los aparatos electrónicos como ordenadores, teléfonos móviles, videoconsolas, electrodomésticos, tarjetas gráficas…, pero también con aquellos objetos que utilizan la electrónica para su correcto funcionamiento, como pueden ser los automóviles, máquinas industriales o dispositivos sanitarios, entre otros.

¿Para qué se utilizan los microchips en los coches?

No hay coche o moto que no utilice microchips. Para ayudarnos a visualizar esta situación, basta decir que el sector del automóvil consume entre el 10% y el 15% de la demanda mundial de semiconductores.

En función del grado de electrificación, equipamiento o sistemas de seguridad e infoentretenimiento que tenga el coche, utilizará más o menos microchips. Así, los vehículos 100% eléctricos llegan a tener 3.000 semiconductores, mientras que los modelos que no son eléctricos pueden utilizar entre 50 o 150, dependiendo de su gama.

Y es que los semiconductores son necesarios, por ejemplo, para funcionalidades que ahora consideramos básicas como dar el aviso de cinturón desabrochado. Y si a un coche tan solo le falta ese chip para dar esa orden, ya no puede salir a la venta.

¿Cómo se ha llegado a esta falta de suministros?

Para entender el porqué de esta situación de desabastecimiento debemos retroceder al inicio de la crisis del Covid-19, cuando la pandemia provocó un drástico cambio en los patrones de consumo. Se incrementó a nivel mundial la compra y utilización de ordenadores o terminales móviles por el efecto del teletrabajo. El confinamiento también provocó que se aumentase la adquisición de videoconsolas o incluso máquinas para hacer deporte en el hogar. En definitiva, se disparó la venta de dispositivos electrónicos, lo que generó un desajuste en la oferta y demanda de materiales existentes.

A todo esto hay que añadirle que en los momentos más duros del Covid-19, plantas de producción de chips en Taiwán, Corea del Sur o China -los principales países productores- tuvieron que cerrar por los confinamientos. Y en Japón, por ejemplo, una planta de Remesa Electronics, especializada en la fabricación de chips para vehículos, se incendió. Este descenso forzoso en la producción de chips, unido al aumento de la demanda de los mismos, generó el actual colapso.

La automoción, uno de los sectores más afectados por esta crisis de suministros

Durante la pandemia muchas fábricas de automóviles cerraron sus puertas y, ante esa ausencia de actividad, cancelaron o disminuyeron sus pedidos de chips. Cuando reanudaron su actividad y comenzaron a hacer nuevos pedidos de microchips, se enfrentaron a una nueva situación: existía una demanda mayor de chips que antes de la pandemia y sus pedidos se situaron a la cola de los ya existentes.

Hasta un año de espera para comprar un coche nuevo

Según la Asociación Nacional de Fabricantes de Automóviles (Anfac), la crisis de los microchips y otros factores externos como el encarecimiento de la energía y de las materias primas han provocado que la fabricación de coches haya retrocedido este año un 2,5%, frente a 2020. Y si comparamos los datos acumulados de fabricación en la que va de año respecto a los de 2019, este descenso ha sido del 26,7%.

Esta caída en la producción está afectando considerablemente a aquellos que desean comprar un vehículo. Y es que ahora los tiempos para recibir un nuevo vehículo puede oscilar entre los 3 e incluso los 12 meses en función del modelo de coche y la gama. De hecho, según datos de promoCAR de Kantar, el periodo de espera para recibir un coche nuevo ha aumentado en un 65% en el último año.

El vehículo de ocasión también sufre la crisis de suministros

El mercado de coches nuevos está muy relacionado con el de los usados, un sector que, en contra de lo que pudiera parecer, también está sufriendo esta crisis de los chips. En este caso, no por la falta de componentes, sino por una falta de stock, ya que ha descendido el número de vehículos que llegan para revender.

Esto tiene dos explicaciones. Por un lado, los particulares están tardando más en deshacerse de sus antiguos coches por el retraso que hay en la entrega de los nuevos y, por otro, las empresas de renting están aportando menos coches ante el parón existente. Todo ello está generando que exista una menor oferta de coches usados.

Así las cosas, los datos de Ganvam ponen de relieve que un vehículo de ocasión con menos de cinco años cuesta hoy un 15% más que hace un año, un encarecimiento que se observa, fundamentalmente, en el segmento de los coches con menor antigüedad, ya que son los que más demanda tienen.

¿Cuándo acabará la crisis de los semiconductores?

No hay varitas mágicas, pero el consenso del mercado considera que será en 2023 cuando podría comenzar la senda de la recuperación del sector de los microchips.

De momento, los actuales fabricantes están intensificando su producción al máximo ritmo posible, y varios están construyendo nuevas fábricas de chips o planean hacerlo a corto plazo. Así, por ejemplo, Intel anunció en el mes de marzo que la compañía va a invertir 20.000 millones de dólares para poner a punto dos nuevas fábricas en Arizona (EEUU). Otras compañías norteamericanas que han iniciado la construcción de nuevas infraestructuras son TSMC, que ha comenzado la construcción de una nueva planta en Arizona, Texas Instruments, que está en obras para la apertura de una nueva fábrica en Dallas, y GlobalFoundries, que también ha anunciado la edificación de una factoría en el estado de Nueva York.


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